domingo, 7 de marzo de 2010

TERAN - El barrio del cementerio de Olivos Norte en la época de mi infancia (1973 -1976)



Mi barrio de infancia
no tenía nada que envidiarle
a la más pesadillesca
escena de Terry Gilliam.

Estaba habitado
por un ejército de freaks
y mi padre, experto
en la técnica
del personaje de Benigni
en "La vida es bella",
los convertía, ante nuestros ojos
infantiles, en seres
dignos de Alicia.

Casi todos los nombres
que cito, son apodos
inventados por mi padre.

...



El Quemado

Finge leer, perpetuamente,
un libro policial de bolsillo
que está invertido,
doblado en una página fija
y apretado entre sus dedos negros.

Acodado en la entrada de la marmolería,
todo su cuerpo está
quemado desde adentro
y ennegrecido por el alcoholismo.


Salcedo

Borracho oficial del barrio.

A varios metros de él
se percibe su calor corporal.

Guarda ciertas actitudes de caballero
de su juventud: lleva sombrero,
la media americana bien prolja,
y se descubre cuando pasa
una mujer decente.


Zárate

Es un hombre extraño:
altísimo, cetrino, simiesco,
de cabeza muy pequeña,
y de brazos tan largos que, erguido,
las manos le sobrepasan
con creces las rodillas.

Ha sido herido gravemente en el vientre
en una pelea, y en su convalescencia
se muestra digno.


Lombriz

El enterrador del barrio.

Es enano, contrahecho, jorobado
y se lo ve pasando muy temprano,
con su pala al hombro y silbando alegre,
camino al cementerio.


Los Petisos Orejudos

Gemelos microcéfalos subnormales
y de orejas enormes,
que empujan un carro de cartoneros.

Sus sonrisas desdentadas
y sus ojos vacíos
hielan la sangre.


Don Toto

Amo y señor del corralón de cartoneros.

Él mismo pesa los diarios y los metales
y entrega, a cambio,
exiguas sumas a los cirujas.

Es gordo, lleva anteojos negros de carey
y un reloj de pulsera de oro.

Tiene una bala en la columna vertebral
que no le han podido extirpar.

Se ha hecho de un ejército de linyeras,
y todos tienen carros verdes
con su nombre Toto
y un número pintarrajeado de blanco.


Crónica

Plomero y chismoso del barrio.

En todo momento sabe todo
de la actualidad de cada uno
de los personajes.

Ha estado a un punto de ganar
el ProDe una vez,
y el disgusto del fracaso
lo ha llevado a un infarto,
del que se ha recuperado
malamente.


El Comegatos

Infeliz que sobrevive en un baldío,
alimentándose de alimañas
que él mismo caza
y lleva a rastras
en una ignominiosa bolsa
de arpillera.

Los niños del barrio
le profesan un horror fulminante.


Las hermanas Telerín

Apodo de tres hermanas
adolescentes de dudosa moral,
una de las cuales, Claudia, la mayor,
detiene al barrio con sus dotes naturales
y sus vistosos y apretados conjuntos.


Roberta

Niña extraña del barrio,
pelirroja furiosa y con la cabellera
enorme y crespa.

Sus padres son hippies de libro,
barba larga y pantalones carpinteros él
y vestidos hindúes andrajosos, ella.


Mónico

Misterioso travestido del barrio.

Nadie sabe nada de él,
y sólo se lo avista si se merodea
la tapia del cementerio
mucho después de la medianoche.


Don Guerrieri

Es el próspero empresario
de pompas fúnebres.

Tiene raras obsesiones
con los muertos (colecciona necrológicas);
luce una larga barba blanca,
y una escalofriante simpatía bonachona.

Se encarga de recordar a los vecinos
la finitud de la vida
con frases de violenta crudeza.
(En los sobres de salutación
que reparte en las fiestas dice:
“Un haragán vale menos que un muerto,
y ocupa más lugar”).

Ha mandado hacer un cartel de neón
para su negocio que titila y reza:
“Pascual Guerrieri, al servicio de los muertos”.

La municipalidad se lo ha retirado,
por considerarlo ofensivo.


Nelly

Esposa de don Guerrieri.

Prepara los muertos en sus ataúdes,
y para ello compra pegamento en el kiosco
casi todos los días,
con el objeto de mantener
las bocas y los ojos de los difuntos
piadosamente cerrados.


La Famiglia Contartese

Son los tanos del barrio.

Trabajadores hasta el absurdo,
funcionan como un aceitado mecanismo:
los mayores regentean el almacén
de ramos generales y el corralón de materiales,
mientras los hijos jóvenes
atienden el kiosco.

Son miserablemente ricos y avaros
(en la fantasía del barrio).


La Famiglia Gianinni

Viven en la casa más lujosa
de la cuadra (laja Mar del Plata y tejas,
jardín anterior muy cuidado).

Todos son ciclistas,
con sus costosas bicicletas de carrera
de ruedas finísimas.

Son dueños de la marmolería
que construye las lápidas.

Su empresa es familiar
como la de los Contartese,
pero se muestran más lejanos
y se diría, casi aristocráticos.


Lito

Es el niño leporino,
que ha resbalado en la verja de un jardín
y se ha atravesado una punta de hierro
en el abdomen hasta salírsele por la espalda,
sobreviviendo milagrosamente.


Enzo Colafrancheschi, y sus hijos Gabriela y Walter

Enzo es un mecánico
que tiene su taller sobre la calle Pelliza;
es agradable y buen vecino.
Tiene extrañas preferencias:
construye sistemas de electrocución de ratas
con arcos voltaicos, y se desplaza en un camión
con alimentación a gas
(lleva una garrafa de butano
en el asiento del copiloto).

Es fanático de los autos,
y en especial de un modelo importado de Citroen
que él denomina Sapo,
al que venera casi religiosamente:
sostiene que aquel automóvil
puede desplazarse con sólo tres
de sus ruedas colocadas.

Su hija Gabriela es una belleza adolescente.

Su hijo Walter sigue los pasos de su padre
en cuanto a los talentos mecánicos
y se revela como un joven simpático
y de cierto carácter.


El matrimonio Díaz País

Son los viejos dueños
de una lúgubre y caótica bicicletería.

Dice la leyenda que son los inventores
del “Sistema Superpaís”:
dudoso ingenio que logra
que las dos ruedas de la bicicleta
sean detenidas con el accionar de un solo freno.

Exhiben un proverbial malhumor,
injustificado y violento.

En el local, un cartel mal pintado reza:
“Si su bicicleta no es retirada en quince días,
será completamente destruída”.

La desastrada mujer luce un nutrido bigote.


Don Antonio Chamboni

Es un albañil que se ha puesto senil,
mas no está en condiciones de retirarse:
sus trabajos son obras maestras
del surrealismo.

Golpea con la maza un clavo en la pared,
y cuando considera la labor terminada,
suelta la maza y la deja volar hacia atrás,
despreocupado, para horror de los demás obreros.

Así se desplaza: monta su bicicleta
y unos metros más adelante,
incapaz de mantener el equilibrio,
cae al pavimento.

Se levanta con dificultad,
vuelve a montar, cae otra vez,
y así, tristemente.

2 comentarios:

Candela Krup dijo...

gggenial!!

yo tenia todo un folklore construido sobre mi barrio negadamente conurbano. incluia el paredon amatorio, la casa de los polichenko (familia de 3 generaciones de policias, que vive en una casa que graciosamente tiene el estilo quasi colonial y bicolor de las comisarias) y el mito de un terrorista que se acuño en la cuadra siguiente a la de mi casa. el debia esconder sus armas en baldes de 20 litros de pintura blanca, que apilaba en un enorme deposito que aparecio casi casi de la noche a la mañana (era de los que creen que el mejor escondite es el que esta a la vista de todos). cuenta la leyenda que su obra maestra consistio en imponer entre los niños del barrio la moda de comprar esos baldes de pintura armados (kinder es un ordinario copion). asi impuso la violencia en toda la zona, pero un buen dia de verano desaparecieron todos los niños de 100 metros a la redonda, creandose a su vez una burbuja congelada en el tiempo pero sin la violencia impuesta (que si se mantuvo mas alla de los 100 m). era como si la calle luxemburgo nunca hubiera salido de los 50'.
esa funesta tarde de verano, el ultimo dialogo que es oyo fue
-que te toco?
-una ak47, y vos?
-es... (cara de "intento no desilusionarme") es como una granada, pero no...
-si es como una gran... NO TIENE SEGURO!
pfum
y asi es que en mi barrio no había niños mayores que yo. hubo que importarlos

Tavo dijo...

Saludos Alejandro...
No sé cómo llegué a tu blog. No puedo creer lo que acabo de leer!! Un flash total!!!!
Cómo olvidar a Don Toto y su ejército de carritos!!!!! Los Gianinni y su Ford Sierra verde.. qué jungla... Lo que no sabía es que al travesaño le decían Mónico. ¿Era ese con peluca rubia que parecía Rubén Peucelle pero feo y que paraba en Pelliza y Beiró? jaaaaaaaa!!!
Soy Tavo ¿remember me? vivía frente a Toto (inquilino de los Contartese), a veces me cruzaba a jugar al ping pong en tu casa. Recuerdo que no fumábamos pero te compraste un encendedor para ir a ver a Queen. Qué loco.. ahora ya no se usa eso de prender el encendedor....
Lo que me parece saber es que de pendejo ya sabías bien lo que querías ser, y mirate adonde llegaste, Felicitaciones viejo!!!
Te mando un abrazo y.... Felicitaciones!!